jueves, 21 de julio de 2016

Habitación 121.

El paraíso lo encontré en un hostal cualquiera, yo perdiéndome en tus piernas y tú pidiendo que siguiera. Recorriendo todo tu cuerpo, sin detenerme en tus fronteras, el peaje fueron besos y tus labios carretera. Las sábanas blancas el lienzo donde retratar nuestra guerra, tú sudando, yo gimiendo, en ese techo mil estrellas. Los lunares de tu cuerpo iluminando los rincones y yo jugando con mi lengua, borrándote a lametones. Acaricias mi entrepierna, yo gritando que me folles, te sumerges en mi sexo, sientes mi carne caliente, tus dedos se abren paso al compás de mis caderas, movimiento que me agita, desde dentro me aceleras. Muerdo tu pecho desnudo, me cabalgas y me llenas, el placer desborda la cama y te aprieto con más fuerza, con tus gestos y tus manos, con mi piel encima tuya, con mis labios siendo tuyos y tu boca siendo mia. Con mis uñas en tu espalda, con mis ganas en tu oído, te estremeces mientras bajo comiéndome hasta tu ombligo. Me aferro a tus mulos, me adentro en tu ser, te embisto con fuerza, mueres de placer. Las paredes testigo de mis viajes por tu vientre, de tus arañazos por mis pieles, de cada jadeo ardiente. Inundada la cama de pasiones y sueños, se despide la Luna, un cigarro y un te quiero.

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