domingo, 31 de julio de 2016

Perdón.

Perdón por el miedo y la tristeza, por la certeza que duda y por los días en ayunas de sonrisas. Perdón por los silencios a destiempo, por los gritos en otras camas, por los abrazos forzados y por los amaneceres en otros labios. Perdón por esquivar las calles que me llevan a tu plaza, por correr en dirección contraria a tus palabras, por el ego y la arrogancia. Perdón por quitarte los sueños, por vestirte de pesadillas, por buscarte en cada trago y recordarte con cada copa. Perdón por las madrugadas esclavas del pasado, por las pestañas al aire pidiendo respuestas, por las ventanas rotas a golpes de rabia y por el cenicero lleno de preguntas. Perdón por ser la pieza que no encaja, por tener el alma a oscuras, por las promesas echas pedazos y por las nubes de rencor que inundan mi cielo. Perdón por echarte de menos, por echarme de más, por echarte en cara mis fracasos y por echarme la culpa de tu naufragio. Perdón por elegir mal la dirección, por vivir de mentiras y morir de dolor. Perdón por tropezar con la misma piedra siempre, por inventarme el mapa y por ignorar el viento y el rumbo.
Perdón por ser de todo menos tuyo.

sábado, 30 de julio de 2016

Eres la chica.

Eres la chica más bonita del lugar estemos donde estemos. Eres la chica a la que todos creen conocer pero, en realidad, nadie tiene ni puta idea de como eres, de lo que escondes, de lo que quieres, de lo que vales. Eres la chica que se esconde pero que lucha cuando tocan lo que no deben tocar. Eres la chica que se sonríe en el espejo antes de salir de casa pero que vive conteniendo las lágrimas cuando ve su reflejo. Eres la chica con carácter que se derrite con un abrazo. Eres la chica que necesita ruido constante para huir de sus pensamientos. Eres la chica que, sin admitirlo, necesita que la protejan, que la quieran, que la mimen, que la escuchen, que la cuiden y, ante todo, que la comprendan y no la juzguen.

Eres la chica que quiero tener cerca siempre.

jueves, 21 de julio de 2016

Habitación 121.

El paraíso lo encontré en un hostal cualquiera, yo perdiéndome en tus piernas y tú pidiendo que siguiera. Recorriendo todo tu cuerpo, sin detenerme en tus fronteras, el peaje fueron besos y tus labios carretera. Las sábanas blancas el lienzo donde retratar nuestra guerra, tú sudando, yo gimiendo, en ese techo mil estrellas. Los lunares de tu cuerpo iluminando los rincones y yo jugando con mi lengua, borrándote a lametones. Acaricias mi entrepierna, yo gritando que me folles, te sumerges en mi sexo, sientes mi carne caliente, tus dedos se abren paso al compás de mis caderas, movimiento que me agita, desde dentro me aceleras. Muerdo tu pecho desnudo, me cabalgas y me llenas, el placer desborda la cama y te aprieto con más fuerza, con tus gestos y tus manos, con mi piel encima tuya, con mis labios siendo tuyos y tu boca siendo mia. Con mis uñas en tu espalda, con mis ganas en tu oído, te estremeces mientras bajo comiéndome hasta tu ombligo. Me aferro a tus mulos, me adentro en tu ser, te embisto con fuerza, mueres de placer. Las paredes testigo de mis viajes por tu vientre, de tus arañazos por mis pieles, de cada jadeo ardiente. Inundada la cama de pasiones y sueños, se despide la Luna, un cigarro y un te quiero.

sábado, 9 de julio de 2016

Hoy.

Hoy voy a escribir por todos los que se han ido antes de tiempo. Aquellos que volaron para perderse en la nada dejando un vacío imposible de llenar. Aquellos que se despidieron sin yo saberlo, convirtiendo en eco cada palabra dicha. Aquellos que se han grabado a fuego dentro hasta el punto de quemarte hasta cuando estás feliz. Aquellos que enseñaron tanto que jamás pude aprenderlo todo. Aquellos que nunca serán sustituidos, porque es imposible.

Hoy, con aquello que te mató, brindó por ti, por mi, por lo que vivimos y por lo que tengo que vivir sin ti.
Gracias por tanto.

lunes, 4 de julio de 2016

Dónde sea, siempre tú.

En el abismo de mi vida tus ojos la escapatoria para noches de lágrimas y lluvia en la cristalera. En el laberinto de mis dudas tu sonrisa es la señal precisa para enterrar de golpe todos mis pasados. En los cruces del destino tus manos son las que empujan hacia el camino correcto, inyectando fuerza y ganas a un corazón cansado de latir a solas. En el punto en el que caigo tus abrazos reconstruyen cada rincón partido de mi alma y un puñado de besos calman a todas las bestias que se nutren de mi tristeza. En nuestra cama la tregua para los silencios que matan y la guerra para un cuerpo dispuesto a ganar esta batalla. En el primer sol de la mañana tus palabras recordándome que puedo comerme el mundo y que si empiezo por ti, la felicidad será la compañera de viaje. En el cuaderno del recuerdo los escritos sobre besos con lengua, caricias a media luz y mordiscos bajo la Luna que compartimos tantas veces.