miércoles, 23 de marzo de 2016

De vacíos están los corazones llenos.

Encima de la mesa un cenicero lleno y un cigarro que se consume. Yo mirando a la nada, dándole vueltas a un café que hace tiempo dejó de arder. Como lo nuestro.
Fotos rotas en la papelera y restos de ti por toda la casa. No hay habitación en la que no te haya besado, no hay pared que no fuera testigo de nuestra pasión.

El calendario de la pared esta desnudo, ya no tacho los días. No quiero arrancarle hojas si no vuelvo a tener tus manos en mi cintura.

La radio sigue sonando, 8:30 de la mañana y toca nuestra canción. Quiero salir, correr entre las calles persiguiendo nuestra historia, gritar tu nombre en cada esquina. Quiero que vuelvas y me hagas sonreír.

Quiero que me quites las ojeras, me arranques el pijama y me prometas, después, que no voy a vivir ni un día sin tus labios pegados a los míos.

martes, 22 de marzo de 2016

Si te marchas...

Si te marchas, seguiré siendo yo. Un poco más rota, un poco más triste, pero con una vida entera para reconstruirme. Y sonreír.
Si te marchas, tu recuerdo me perseguirá cada noche, lloraré y querré romper todo cuando escuche nuestra canción pero no estaré en el suelo por siempre. Me levantaré más fuerte, con más ganas de comerme el mundo (y con menos de que me besen el corazón.)
Si te marchas, no vuelvas. No podré abrirte la puerta, no estaré en casa esperando tu regreso. Quizás me encuentres en algún bar bailando, pisoteando lo nuestro entre copas.

Si te marchas, yo dejaré de ser lo que tú querías que fuera y te juro que no hay nada que me vaya a sentar mejor.

domingo, 13 de marzo de 2016

El amor

Llevaban tanto vivido que el adiós parecía no llegar nunca.
Sus vidas estaban plagadas de despedidas que pronto se quedaban en amagos. Los recuerdos les impedían tomar caminos diferentes.

Un día cualquiera, él hizo la maleta y de madrugada se alejó de aquella casa. Procuró cerrar la puerta sin hacer ruido, sabia que si ella despertaba no podría dar un paso más.
La noche lo escondió entre las sombras y las lágrimas empapaban sus mejillas. No tenia donde ir, pero no podía quedarse.

Ella le buscó en la cama a la mañana siguiente y, al no encontrarle, se temió lo peor. Pronto fue consciente de que se había marchado, tal vez para siempre, pero no le llamó.
Se quedó inmóvil durante varias horas deseando convencerse de que era mejor así pero, maldita sea, ¿como algo que le causaba tanto dolor podía ser positivo?

No fue hasta años después cuando volvieron a encontrarse. Ella había recuperado la sonrisa y se mostraba más bella que nunca. Él estaba casi irreconocible tras su barba descuidada de varios días y las gafas de Sol que siempre le acompañaban. Ambos se quedaron quietos, mirándose.

- Toni, cuánto tiempo, ¿todo bien? - saludó ella con un nudo en la garganta.
- Ahora sí. - murmuró él con una sonrisa - Si no tienes nada que hacer, te invito a un café.

Ella, tras la duda inicial, aceptó. Caminaron sin a penas hablar hacia un bar cercano y se sentaron en una mesa apartada.

- Bueno Sara y dime ¿que es de tu vida?
- Me casé con Rober, no sé si te acuerdas de él. La verdad que te tengo que dar las gracias por lo valiente que fuiste... Lo nuestro ya no funcionaba, estábamos atrapados y fue lo mejor que nos pudo pasar... Te quise mucho pero todo se acaba... ¿No crees?
- Sí, supongo que sí - contestó intentando sonreír y sonar convincente.

Ella sonrió complaciente y continuó:
- Bueno ¿y tú? Deberías quitarte la barba, no te favorece nada.
- Tengo que marcharme ya, lo siento. Me alegro que estés bien, siempre ha sido mi intención.

Sin dejar que ella mediara palabra se levantó y salió por la puerta. Ella corrió detrás de él.
- Espera Toni, ¿nos volveremos a ver?
- Sólo si algún día me necesitas para ser feliz.

Comenzó a caminar con rapidez mientras las lágrimas volvían a acariciarle la cara como aquella noche fría en la que la abandono mientras se repetía constantemente: "hice bien, ahora ella es feliz y eso es lo que se merece. No podía seguir atándola a mi por mucho que la quisiera.... Por mucho que aún la quiera... Ojala hubiera podido hacerla feliz..."

sábado, 5 de marzo de 2016

Un rey de corazones y doce reinas de nada.

Me prometiste noches eternas y desayunos entre caricias cada amanecer. Juraste mil veces que yo era la única dueña de tus besos y que jamás te habías sentido tan bien. Me conquistaste poco a poco y es que nadie es capaz de resistirse a tus encantos. Colocaste una venda en mis ojos y yo era incapaz de confiar en algo que no saliera de tu boca.
Caminaba segura y feliz de tu mano. Conseguías que me creyera la reina de una ciudad que en realidad nunca me perteneció.

Un día dejé de volar en tu cielo y aterrizé de golpe en la realidad.

Me cosí entre lágrimas cada una de mis heridas, remendé la armadura que tú conseguiste romper y mi mirada cambió para siempre. Ahora no sé que hacer con todas tus mentiras. Quizás confeccione un chaleco antibalas para la próxima vez. Pero, mientras decido que hacer con todas las puñaladas, voy a pintarme una sonrisa en la cara y a fingir que ya no duelen los te quieros que me susurrabas. Esos que le gritabas a otras y que yo escuché demasiado tarde.

Lo más triste de todo, es el haber dando tanto a quien se lo daba a tantas y descubrir que la ciudad tenía por lo menos una docena de reinas que paseaban seguras de tu mano.

viernes, 4 de marzo de 2016

Cuando la vida pesa, cuando no quieres nada pero necesitas todo.

La soledad no es el problema, lo jodido es cuando te sientes sola. Esos momentos en los que el aire te falta y necesitas que alguien te escuche pero ningún contacto del móvil parece el adecuado.
Intentas contener las lágrimas y distraerte con música, pero parece que el modo aleatorio también esta en tu contra y sólo consigue que, tras varios suspiros, desistas en tu intento de volar a un mundo mejor.

Sabes que nadie tiene la culpa de tu caída repentina, así que tratas de despedirte de la forma más educada posible a pesar de que deseas mandar a todos a la mierda. Es entonces cuando enciendes un cigarro, se te escapa la primera lágrima y el teléfono suena.

No puedes evitar sonreír y esa llamada te cambia la noche.
Es jodidamente precioso cuando alguien se preocupa por ti y te ofrece su mano cuando tú sólo estas escupiéndole al mundo.