domingo, 13 de marzo de 2016

El amor

Llevaban tanto vivido que el adiós parecía no llegar nunca.
Sus vidas estaban plagadas de despedidas que pronto se quedaban en amagos. Los recuerdos les impedían tomar caminos diferentes.

Un día cualquiera, él hizo la maleta y de madrugada se alejó de aquella casa. Procuró cerrar la puerta sin hacer ruido, sabia que si ella despertaba no podría dar un paso más.
La noche lo escondió entre las sombras y las lágrimas empapaban sus mejillas. No tenia donde ir, pero no podía quedarse.

Ella le buscó en la cama a la mañana siguiente y, al no encontrarle, se temió lo peor. Pronto fue consciente de que se había marchado, tal vez para siempre, pero no le llamó.
Se quedó inmóvil durante varias horas deseando convencerse de que era mejor así pero, maldita sea, ¿como algo que le causaba tanto dolor podía ser positivo?

No fue hasta años después cuando volvieron a encontrarse. Ella había recuperado la sonrisa y se mostraba más bella que nunca. Él estaba casi irreconocible tras su barba descuidada de varios días y las gafas de Sol que siempre le acompañaban. Ambos se quedaron quietos, mirándose.

- Toni, cuánto tiempo, ¿todo bien? - saludó ella con un nudo en la garganta.
- Ahora sí. - murmuró él con una sonrisa - Si no tienes nada que hacer, te invito a un café.

Ella, tras la duda inicial, aceptó. Caminaron sin a penas hablar hacia un bar cercano y se sentaron en una mesa apartada.

- Bueno Sara y dime ¿que es de tu vida?
- Me casé con Rober, no sé si te acuerdas de él. La verdad que te tengo que dar las gracias por lo valiente que fuiste... Lo nuestro ya no funcionaba, estábamos atrapados y fue lo mejor que nos pudo pasar... Te quise mucho pero todo se acaba... ¿No crees?
- Sí, supongo que sí - contestó intentando sonreír y sonar convincente.

Ella sonrió complaciente y continuó:
- Bueno ¿y tú? Deberías quitarte la barba, no te favorece nada.
- Tengo que marcharme ya, lo siento. Me alegro que estés bien, siempre ha sido mi intención.

Sin dejar que ella mediara palabra se levantó y salió por la puerta. Ella corrió detrás de él.
- Espera Toni, ¿nos volveremos a ver?
- Sólo si algún día me necesitas para ser feliz.

Comenzó a caminar con rapidez mientras las lágrimas volvían a acariciarle la cara como aquella noche fría en la que la abandono mientras se repetía constantemente: "hice bien, ahora ella es feliz y eso es lo que se merece. No podía seguir atándola a mi por mucho que la quisiera.... Por mucho que aún la quiera... Ojala hubiera podido hacerla feliz..."

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