La soledad no es el problema, lo jodido es cuando te sientes sola. Esos momentos en los que el aire te falta y necesitas que alguien te escuche pero ningún contacto del móvil parece el adecuado.
Intentas contener las lágrimas y distraerte con música, pero parece que el modo aleatorio también esta en tu contra y sólo consigue que, tras varios suspiros, desistas en tu intento de volar a un mundo mejor.
Sabes que nadie tiene la culpa de tu caída repentina, así que tratas de despedirte de la forma más educada posible a pesar de que deseas mandar a todos a la mierda. Es entonces cuando enciendes un cigarro, se te escapa la primera lágrima y el teléfono suena.
No puedes evitar sonreír y esa llamada te cambia la noche.
Es jodidamente precioso cuando alguien se preocupa por ti y te ofrece su mano cuando tú sólo estas escupiéndole al mundo.
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