lunes, 4 de julio de 2016

Dónde sea, siempre tú.

En el abismo de mi vida tus ojos la escapatoria para noches de lágrimas y lluvia en la cristalera. En el laberinto de mis dudas tu sonrisa es la señal precisa para enterrar de golpe todos mis pasados. En los cruces del destino tus manos son las que empujan hacia el camino correcto, inyectando fuerza y ganas a un corazón cansado de latir a solas. En el punto en el que caigo tus abrazos reconstruyen cada rincón partido de mi alma y un puñado de besos calman a todas las bestias que se nutren de mi tristeza. En nuestra cama la tregua para los silencios que matan y la guerra para un cuerpo dispuesto a ganar esta batalla. En el primer sol de la mañana tus palabras recordándome que puedo comerme el mundo y que si empiezo por ti, la felicidad será la compañera de viaje. En el cuaderno del recuerdo los escritos sobre besos con lengua, caricias a media luz y mordiscos bajo la Luna que compartimos tantas veces.

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