sábado, 6 de febrero de 2016

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Un abrazo tan nuestro que ni las lágrimas se atrevieron a interrumpirlo. Disfrazados de valientes, aunque muertos de miedo, nos agarramos a ese instante como si el fin no fuera a llegar nunca.
Éramos dos corazones bombeando tristeza.

Fue la primera vez que nuestros ojos hablaban con tanta sinceridad.
Sin palabras supimos que la vida no nos daba más oportunidades... Quizás por eso no me soltabas, quizás por eso yo apretaba con tanta fuerza. No queríamos perdernos, y es que nadie puede ser feliz si le arrancan una mitad.


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