Fue una locura viajar para encontrarte. No sabía porqué debía coger ese tren, ni que me iba encontrar al llegar, pero algo dentro me decía que tenía que hacerlo.
Y así comenzó todo, con mi valentía forzada y paseando nuestra historia de ciudad en ciudad.
Quizás esta enfermedad tenga cura y todo se quede en un casi. O quizás siga prendida de tu sonrisa hasta que tú decidas marchar para no volver y yo me quede conviviendo con tu recuerdo y noches largas y frías. O tal vez sea yo quien decida huir, tal vez sea yo quien apague la llama a soplidos de desconfianza, dudas y pasado.
Pero, desde luego, lo que creo, es que la vida nos debe una historia de esas que siempre sorprenden al contarlas y que escuchada incluso por un corazón roto, anima a volver a confiar en el amor.
No puedo cansarme de las prisas y los nervios, de tu boca en la mia, ni de tus manos jugando con mi cuerpo.
Sería absurdo negar que el miedo invade cada rincón y es que la suerte pocas veces ha estado de mi lado.
Sólo te pido que estés, que seas y que te quedes hasta que algo dentro de ti te diga que es mejor cambiar el rumbo. Sólo quiero que a mi lado seas real y que no se convierta en rutina o costumbre lo que comenzó como una aventura llena de ganas e ilusiones.
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